Hemos encontrado que la muestra de DNA corresponde tanto al propio mosquito, concretamente Anopheles Gambiae (gen AGAP007028) como al contenido de su tracto digestivo, sangre humana (gen de la HBB, DDX53, DUSP21, GPR146 y SRY). De hecho podemos afirmar que esta sangre corresponde a un varón, ya que al encontrar el gen SRY propio del cromosoma Y se debía de tratar de un individuo XY. El mosquito, por su parte, se trata de una hembra que se había alimentado de sangre para poder madurar sus huevos. Como este insecto es un vector de la malaria, si la hembra era portadora de Plasmodium el sujeto habría contraído la enfermedad. Para averiguar si el sujeto estaría infectado habría que analizar el DNA del mosquito en busca de información genética correspondiente a Plasmodium.

 

No obstante, nada de esto sería posible, ni siquiera la obtención de una muestra inicial, puesto que el DNA se degrada una vez que las células mueren, por acción de agentes físicos, químicos y biológicos, así como por el agua que rompe los enlaces entre los nucleótidos. Además el ámbar, en el que se supone está conservado el mosquito, tampoco es un buen conservante del DNA, precisamente.

 

Aunque la hipótesis de partida no era plausible nos hemos enfrentado a una situación “real” de lo que supone la investigación en genómica, en la que hemos analizado desde estructuras con las que estamos familiarizados como genes o proteínas, hasta otras nuevas como transposones. A lo largo del proyecto hemos descubierto diferentes herramientas bioinformáticas y nos hemos encontrado con diferentes problemas frente a los que ha sido necesario el establecimiento de una serie de criterios consensuados y la toma de decisiones en grupo. Gracias a esto y a la utilización y selección de la información que nos ofrecen las herramientas bioinformáticas, hemos sido capaces obtener una gran cantidad de información a partir del análisis de un número elevado de fragmentos que en un principio no sabíamos interpretar.